Mercosur, Unasur y el destino de la democracia en Paraguay
Photo: EPA
Se preveía una próxima cumbre del Mercosur teñida de
críticas y tensiones en torno a la crisis económica mundial y las medidas de
protección adoptadas por los países más grandes del bloque.
Pero
no será así. Este viernes se reunirán en la ciudad de Mendoza los cancilleres y
presidentes de los miembros del bloque, a los que se sumarán sus pares de la Unión de Naciones
Sudamericanas, y el motivo no es otro que el “golpe legislativo” en Paraguay,
que terminó antes de tiempo con el gobierno de Fernando Lugo.
La
destitución tuvo lugar el pasado viernes, por decisión casi unánime del
Congreso paraguayo, que llevó adelante un sumarísimo juicio político. Lugo no
presentó resistencia y aceptó la decisión, reemplazándolo de inmediato su
vicepresidente, el liberal Federico Franco. Los legisladores aseguraron que el
ex cura fue responsable por “mal desempeño de sus funciones” durante el
violento desalojo que tuvo lugar una semana atrás, en un predio perteneciente a
un ex senador del reaccionario Partido Colorado. El resultado del operativo
policial fue de seis policías y once campesinos muertos. No pocos creen que el
enfrentamiento estuvo operado por agentes infiltrados y la destitución, decidida
de antemano. Tanto, que el mismo Lugo denunció que se han transgredido todos
los principios de la defensa “de manera cobarde y alevosa”.
Ahora,
mientras las nuevas fuerzas del orden forman el gobierno reemplazante,
nombrando funcionarios y festejando la destitución, Lugo junta a su gabinete
para ejercer la “resistencia pacífica”. Lo acompañan el recientemente
constituido Frente de Defensa de la Democracia y el radical Frente Guasú, que están
organizando movilizaciones en distintos departamentos del país. En tanto, los
gobiernos vecinos mostraron una rápida reacción. Desconocieron al nuevo
presidente, retiraron o convocaron embajadores y hasta suspendieron al Paraguay
del Mercosur y, probablemente, también suceda con la Unasur. Venezuela
incluso frenó el envío de petróleo. Todo ello, aplicando las cláusulas
democráticas de los bloques. En tanto, la OEA se limitó a reconocer un conflicto
institucional, a exigir la paz en vistas a las elecciones del próximo año y a
enviar una delegación para investigar lo sucedido.
Durante
sus más de tres años de mandato, Lugo recibió amenazas de destitución
parlamentaria en veintitrés oportunidades. Sólo ahora se pudo concretar, al
aliarse los partidos colorado y liberal y las corporaciones del agronegocio. La
destitución de Lugo fue también resultado de la debilidad interna de su fuerza
política, que contaba con alianzas políticas inconducentes y escasa base
social. Ello había hecho inaplicables las necesarias reformas anunciadas al
asumir la presidencia en 2008, cuando puso fin a seis décadas de régimen
colorado, incluida la dictadura de casi cuarenta años de Alfredo Stroessner.
Los
hechos de Paraguay, uno de los países más desiguales del mundo, han sido
calificados como “ruptura del orden democrático”, “golpe legislativo” o “golpe
de estado encubierto”. El de Paraguay no es el único en estos tiempos, pero a
diferencia de otros se caracterizó por ser un acto recubierto de legalidad. Así
como en décadas anteriores se sucedían los golpes militares, ahora se suceden
los golpes desestabilizantes, vehiculizados por las grandes corporaciones
mediáticas. Sucedió en Venezuela en 2002, en Bolivia en 2008, en Ecuador en
2010 y en Honduras en 2009. El caso centroamericano fue el único que no pudo
ser revertido, pero Paraguay parece seguir este rumbo.
El
nuevo gobierno y las fuerzas que apoyan el golpe rechazan la reacción que han
tenido los países vecinos. Los acusan de querer en Paraguay un gobierno
sometido a sus intereses y llaman a abandonar el Mercosur, optando en cambio
por los tratados de libre comercio con Estados Unidos y países europeos y los
acuerdos con los países de la
Alianza del Pacífico. Por su parte, Brasil, Argentina y
Uruguay barajan la posibilidad de aprovechar la suspensión del Paraguay para
finalizar el proceso de incorporación de Venezuela, pues era el Parlamento
paraguayo el único que frenaba su ingreso. A su favor, pueden además hacer
valer la dependencia del Paraguay de sus inversiones y la importancia de sus
compras en la balanza comercial paraguaya. Así las cosas, en los próximos días
los países sudamericanos deberán tomar una decisión trascendental. De la
presión que ejerzan sobre Paraguay dependerá en gran parte el rumbo de la
política interna: si se logra la difícil restitución de Lugo, si se abre un
rápido recambio electoral o si se consolida la ruptura democrática.
0 comentarios:
Publicar un comentario