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Milicia Bolivariana "Altos Mirandinos"


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miércoles, 2 de mayo de 2012

La Gesta emancipadora del 19 de Abril de 1810 continúa vigente



Con la participación de 45 milicianos, el Batallón de Milicia Territorial de Empleo Local “San Antonio de los Altos”, se realizo  una parada en la Plaza Bolívar del Municipio los Salias, en el marco de la conmemoración de los 202 años de la firma del Acta de la Independencia.

En la jornada estuvieron presentes las fuerzas vivas de la comunidad con conciencia revolucionaria reprensadas por: PSUV, Gran Polo Patriótico y las misionen parada es educativas, quienes rindieron homenaje al padre de la patria con una ofrenda floral. Además el acto contó con diversos oradores y la participación del miliciano Víctor Febres, quien recito la Antología de Pablo Neruda un Canto para Bolívar.

UN CANTO PARA BOLÍVAR
PADRE nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire
de toda nuestra extensa latitud silenciosa,
todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:
tu apellido la caña levanta a la dulzura,
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,
la patata, el salitre, las sombras especiales,
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,
todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.
Tu pequeño cadáver de capitán valiente
ha extendido en lo inmenso su metálica forma,
de pronto salen dedos tuyos entre la nieve
y el austral pescador saca a la luz de pronto
tu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.
De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?
Roja será la rosa que recuerde tu paso.
Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?
Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.
Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?
Es roja la semilla de tu corazón vivo.
Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.
Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,
y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.
Y otra mano que tú no conociste entonces
viene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:
de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,
de la cárcel, del aire, de los muertos de España
llega esta mano roja que es hija de la tuya.
Capitán, combatiente, donde una boca
grita libertad, donde un oído escucha,
donde un soldado rojo rompe una frente parda,
donde un laurel de libres brota, donde una nueva
bandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,
Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.
Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.
Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.
Los malvados atacan tu semilla de nuevo,
clavado en otra cruz está el hijo del hombre.
Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,
el laurel y la luz de tu ejército rojo
a través de la noche de América con tu mirada mira.
Tus ojos que vigilan más allá de los mares,
más allá de los pueblos oprimidos y heridos,
más allá de las negras ciudades incendiadas,
tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:
tu ejército defiende las banderas sagradas:
la Libertad sacude las campanas sangrientas,
y un sonido terrible de dolores precede
la aurora enrojecida por la sangre del hombre.
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.
Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
"Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo".

La permanente presencia de la historia, radica en su carácter cíclico, donde los gritos de libertad del pasado vuelven a levantarse en los mismos espacios, el mismo suelo, bajo el mismo cielo, por eso la historia resulta extremadamente peligrosa para los fascistas, la derecha venezolana siempre niega y negara la historia, la considera algo prescindible, pero nosotros estamos obligados a levantar nuevamente la práctica de nuestros libertadores. Si algo debemos agradecer a nuestro Presidente Hugo Chávez, es que le devolvió la memoria, la dignidad y la esperanza a nuestro pueblo”.

El 19 de abril de 1810 el poder del capitán general Juan Vicente Emparan, representante de la Corona Española, se diluía para siempre con el primer grito de libertad, gracias a la voluntad popular de deshacerse del yugo español.

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