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sábado, 9 de junio de 2012

La venta de submarinos alemanes a Israel provoca un escándalo

 La venta de submarinos alemanes a Israel provoca un escándalo

 
La prensa alemana acaba de hacer públicos los datos sobre los suministros por parte de Alemania a Israel de submarinos, capaces de portal armas nucleares.
 
 La noticia no tardó en provocar un gran escándalo que se está considerando ya a nivel del Bundestag (el parlamento de Alemania). Una historia que en un principio tenía un carácter puramente interno podría ejercer una influencia altamente negativa en la situación en Oriente Próximo.

Una inesperada y sensacional noticia
 
 Los periodistas alemanes han revelado a la comunidad internacional el rumbo que ha tomado la cooperación técnica y militar entre Berlín y Tel Aviv: el Gobierno alemán ha dado su visto bueno para los suministros a Israel de submarinos de la clase Dolphin, informa el diario Der Spiegel.
 
 En la portada de la revista aparece la canciller alemana, Angela Merkel, con un submarino al fondo. Todo parece indicar que la imagen ha de dejarle claro al público quién es la principal protagonista del escándalo.
 
 El motivo de la publicación fue la entrega a Israel el pasado 3 de mayo del cuarto submarino diesel eléctrico Dolphin. Los tres anteriores suministros se realizaron en los años 1999 y 2000.
 
 De acuerdo con Der Spiegel, en los submarinos de esta clase pueden instalarse misiles de gran alcance. Merece la pena señalar al respecto que Israel nunca ha reconocido de manera oficial tener armas nucleares, sin embargo en los círculos profesionales se suele referir al Estado hebreo como “una potencia nuclear de facto”, como mínimo desde los principios de los años 70 del siglo pasado.
 
 Al leer las revelaciones de los periodistas alemanes, uno no puede menos de quedar sorprendido por el hecho de que se esté presentando como una noticia sensacional una historia bastante antigua, pero desenterrada a propósito.

Una noticia sensacional con olor a naftalina
 
 La historia de la creación por Israel de un misil de largo alcance de lanzamiento submarino empezó a mediados de los 90. Después de que la Administración del presidente estadounidense, Bill Clinton, dejara claro que no suministraría a Tel Aviv misiles de largo alcance de la clase Tomahawk bajo el socorrido pretexto de no querer desequilibrar la situación en la región, el Estado hebrero se dedicó a diseñar su propia versión de dicho misil.
 Según algunas fuentes, el sistema lleva el nombre de Popeye Turbo SLCM (Submarine-launched Cruise Missile) y fue creado en base al misil crucero AGM-142 Popeye. La principal innovación consistía, además de un lanzamiento submarino, en el alcance: aumentó desde 200 hasta 900 millas marinas.
 
 La primera prueba de los nuevos misiles se celebró en el Océano Índico en mayo de 2000. Fueron lanzados desde los submarinos alemanes Dolphin recién suministrados por Berlín. Fue entonces cuando se sospechó por primera vez que estos misiles podrían estar destinados a llevar carga militar.
 
Lo que sigue siendo una incógnita es por qué la opinión pública alemana decidió darse por enterada doce años más tarde. Se podrían, no obstante, hacer unas suposiciones al respecto.

El escándalo podría repercutir en la delicada situación en Oriente Próximo
 
 Estos episodios de la historia llevan tiempo descritos con todo lujo de detalles. Entonces, ¿por qué hay que sacar a luz precisamente en estos momentos una historia tan antigua?
 
Aparentemente no existen factores externos para este potente ataque a la cooperación técnica y militar germano-israelí. Sin embargo, en el último año ha habido avances bastante significativos en la esfera: después de varios años de intensas negociaciones, durante las cuales Berlín no dejaba de formular exigencias relativas a los territorios palestinos que Israel solía pasar por alto, en marzo de 2012 se formalizó el encargo para el sexto submarino, otro de la clase Dolphin.
 
Curiosamente, la publicación en Der Spiegel, conocida por sus estrechos vínculos con las fuerzas de izquierdas de la República Federal de Alemania, fue respaldada enseguida por la oposición parlamentaria, los socialdemócratas y los defensores del medio ambiente. El mensaje general es que el Gobierno ha perdido el norte y casi está suministrando armas nucleares a Israel.
 
 Un comentario algo subido de tono por parte del gabinete de Angela Merkel no hizo sino echar leña al fuego. El portavoz del Gobierno, Steifan Seibert, manifestó que en el momento de entrega de los submarinos a la parte israelí los buques no portaban armas nucleares. Es decir, lo que Tel Aviv quisiera instalar en los Dolphin no era asunto de Alemania.
 
 Da la sensación de que estamos ante un típico ajuste de cuentas interno, un intento de la oposición de atacar al partido en el poder, la Unión Demócrata Cristiana, y a los liberales a la vista de la elecciones federales, fijadas para el otoño de 2013.
 
 Recordemos que hace unas tres semanas la UDC perdió con estrépito las elecciones en el municipio Rin del Norte-Westfalia. El fracaso fue tan frustrante que la canciller despidió sin consideración alguna al ministro de Medio Ambiente, Norbert Roettgen, quien lideraba la lista de la Unión Demócrata Cristiana en dichas elecciones. Es muy posible que las fuerzas de la oposición se sintieran animadas y decidieran probar la suerte: los métodos escogidos son un asunto aparte.
 
 Y otro asunto aparte sería la hipotética repercusión del escándalo, cuyas palabras clave son “Israel” y “armas nucleares” en la situación en Oriente Próximo, que en los últimos meses tampoco ha sido ningún foco de paz ni estabilidad.

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